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sábado, 14 de abril de 2012

La educación de los niños de hoy


¿Sucios? ¿Traviesos? ¿o simplemente… niños?

Dejemos que los niños se ensucien

Cada vez más, desde hace ya varios años, venimos observando la aparición de numerosos casos de alergias, intolerancias alimenticias, asma y otros muchos problemas de salud en niños y adolescentes. Curiosamente, estos casos suelen darse con mayor frecuencia en ambientes urbanos que en comunidades rurales, y esto no se produce por casualidad, ni tampoco porque haya más contaminación en las ciudades, hay otra razón. ¿Cómo se explica esto? Lo que se sospechaba hacía tiempo, comienza ahora a confirmarse por científicos y especialistas de la salud: demasiada higiene puede ser dañina a largo plazo. Esto puede resultar chocante al oírlo, pero es cierto. Todo organismo vivo y especialmente durante la infancia, necesita aprender a convivir con su entorno por lo que una cierta exposición a los factores patógenos de su alrededor puede ser beneficiosa para el niño, ya que de este modo, su organismo creará los anticuerpos necesarios para combatirlos y construirá unas defensas sólidas y fuertes. Por el contrario, los niños que crecen absolutamente protegidos de todo tipo de ataque externo acabarán teniendo unas defensas vulnerables que a la larga terminarán pagando.

No hay que fijarse mucho para darse cuenta de que los niños hoy en día están tan sobreprotegidos por unos padres paranoicos que lejos de hacerles un favor a sus hijos, les están jugando una mala pasada con toda su buena intención. Todos hemos sido niños y hemos recibido broncas de los mayores por ensuciarnos y hacer cosas poco higiénicas pero que sin saberlo eran beneficiosas para nosotros: comer arena de los parques, comer caramelos que se nos han caído al suelo, chupar los cristales de escaparates, restregarnos los ojos con las manos marrones incluso negras de todo un día correteando por ahí sin lavárselas…cosas normales que todo niño debería poder hacer pero que sin embargo, se hacen cada vez menos y gran culpa de ello la tienen los padres, siempre vigilantes y sobreprotectores no vaya a ser que el niño se caiga. Pues si se cae, mejor, y si se hace heridas, muchos mejor, ¡Un llanto, un poco de Mercromina y listo!

Por no hablar de la generación de consentidos que se ha creado: es fundamental que el niño tenga la Play Station en su cuarto o cualquier consola similar con todos los últimos juegos de moda y todos los juguetes del mundo ¿Y cuándo hacen ejercicio? Se han intentado buscar soluciones, con juegos para la Wii como el Wii Fit, o Wii Sports, pero no es lo mismo. Los niños deberían salir a la calle a hacer el loco con la bici, los patines, jugar a liebre, esconderse en setos, y salir llenos de arañazos, moratones, y heridas, jugar en la calle y en los parques, si es posible y no hay estúpidas normativas municipales que no dejen jugar a la pelota en parques y plaza (que las hay); al final, aunque parezca raro, es lo más sensato.

Y ahora vamos con la alimentación. Podría decirse que prácticamente es el niño el que hace la compra: Si el niño quiere esto, esto tiene, que quiere tal otra cosa, también la tiene. Y díganme ¿Qué idea puede tener un niño de 5, 8, o 10 años sobre nutrición? Ninguna. Pero los padres se empeñan en servirles los pensamientos a los hijos, y mal está que lo hagan los abuelos (que siempre lo han hecho) pero que lo hagan los padres, ya es el colmo. Así que al final estos niños crecen comiendo porquerías de bollería industrial, patatas fritas, chucherías, sopas de sobre, cosas precocinadas y requeterrecalentadas al microondas, comidas del Burger, del McDonalds y demás alimentos que aunque a ellos tanto les gustan, poco les aportan salvo grasas saturadas y miles de aditivos. Y otra vez, el resultado, unas paupérrimas defensas. Que coman cocidos, frutas, verduras, carne, pescado, productos de siempre. No digo que de vez en cuando los niños no puedan tomar chucherías, todos las hemos tomado, pero que no se conviertan en la dieta habitual.

En definitiva, la generación que ahora tanto critica a la juventud y sus hábitos, es precisamente aquella que la ha creado, con su falta de consideración y de  respeto por la buena educación que no han sabido transmitir a sus hijos. Así que sólo nos queda intentar cambiar esto volviendo a muchas buenas costumbres de antaño. En lugar de tanto proteger y maleducar a los niños, dejemos que jueguen, se diviertan, se tropiecen y se vuelvan a levantar, así es como se aprende a vivir.

R. Osom


1 comentario:

  1. Me ha encantado el artículo. Creo que tienes toda la razón. Los padres de hoy en día ceden constantemente antes sus hijos y acaban dándoles lo que piden siempre.
    Tengo la sensación de que acabarás tendrás a los hijos muy bien educados, Roger Osom.

    Muy apropiado el humor gráfico de abajo!

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