Ya no estudia
cualquiera
Si preguntamos a nuestros abuelos nos dirán que en su época, el médico, el abogado, el farmacéutico eran personas respetadas que provenían de familias adineradas. No todo el mundo podía permitirse estudiar una carrera, y el que lo hacía era un aventajado.
En los últimos años hemos
visto cómo la inmensa mayoría de los jóvenes ha aspirado a estudiar una carrera
universitaria; incluso aquellos que han tenido dificultades para terminar la
ESO o el Bachillerato han empezado un carrera con mejor o peor fortuna.
El fracaso universitario le
cuesta al Estado 3000 millones de euros al año, por lo que el Gobierno de Rajoy
ha decidido que a partir de ahora se va a sancionar económicamente a los
repetidores de forma que cada año que repitan tendrán que pagar un mayor
porcentaje de lo que cuesta el curso. El Estado gasta entre 5000 y 7000
euros por alumno en un solo curso. Pues bien, aquellos alumnos que se
matriculen por primera vez, pagarán hasta un 25%, los que repitan pagarán entre el 45-50% la tercera matriculación les costará entre el 60-70% y
la cuarta entre el 90 y el 100%, de manera que la sanción se va endureciendo en
progresión geométrica.
Parece que la crisis va a
hacer que no quede ni un vago en España. Se acabó eso de ir a la universidad a
jugar al mus o de sangriada, a la bien conocida feria de abril de Madrid…ahora,
el que estudie si es que puede permitírselo, deberá esforzarse si no quiere
pagar más por cada curso. Sin embargo se mantendrá la política de becas, de forma
que ningún alumno que verdaderamente tenga una buena capacidad y aptitudes para
el estudio se quede fuera de la universidad por falta de recursos.
Como podemos ver, este
gobierno premia el esfuerzo y castiga al repetidor, algo que vienen haciendo en
EEUU desde siempre y que es muy conveniente imitar; Por algo es el país de las
oportunidades. En España, los puestos más altos son ocupados por amigos
de…,hijos de…,(y no me refiero al calificativo vejatorio popular). Lo que quiero
decir es que el tráfico de influencias y la corrupción está a la orden del día.
No hay más que ver cómo todos los ex-ministros y ex-ministras pasan a ser altos
directivos de grandes empresas en cuanto dejan su butaca del congreso, aunque no valgan ni para hacer la “o” con un
canuto, aunque no tengan ni una licenciatura acabada como dios manda, o aunque (en la mayoría de los casos) no
se lo merezcan. Cuando uno se esfuerza y recibe el mismo trato que el que no lo
hace, o incluso peor, acaba por dejar de esforzarse, y el resultado de todo esto
es la mediocridad que en este país se respira por doquier.
Por otro lado, no es
justicia que con el dinero público, que es de todos, se tenga que pagar la
carrera a un estudiante que sigue en 3º
con 30 años, y que no ha cotizado en su vida. ¿No sería más lógico que si esa
persona ha decidido tirar la mitad de su juventud, deba financiárselo él? Desde
luego, sería mucho más coherente y justo.
Además, me gustaría llamar
vuestra atención sobre otra realidad que también se da. Si todo el mundo puede
acceder a los estudios universitarios, al final hay tantos ingenieros,
abogados, arquitectos o farmacéuticos, que no se valora el hecho de tener esta
clase de titulación, y vemos como ingenieros que se han pasado años rompiéndose
la cabeza cobran sueldos ridículos. Y es que nada en exceso es bueno.
Así, por suerte o por
desgracia, el panorama universitario irá cambiando poco a poco y algunos,
terminado el bachillerato, tendrán que elegir entre seguir estudiando o ponerse
a trabajar. Claro que también hay muchas opciones como los módulos o los cursos
de Formación Profesional, que permiten acceder a una buena profesión pero son menos costosos y
requieren menos tiempo de formación. Esto además afectará a toda la estructura
social, pues si los jóvenes pueden incorporarse antes al mundo laboral, también
empezarán antes a independizarse, a asumir responsabilidades y a producir, lo
que sin duda es bueno para la economía del país. Un Estado no puede permitirse
tener a tanta gente improductiva hasta los 30 años, pues entonces el Estado del
Bienestar no se sostiene y llegamos a situaciones como la que, por desgracia vivimos hoy.
En definitiva, estamos
volviendo sobre nuestros pasos, y las cosas cada vez se harán más duras. Por lo
que a los jóvenes de hoy nos tocará pagar los excesos en que han incurrido
generaciones anteriores. No nos queda otra. Preparaos.
R. Osom